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UNELO - Un Niño En La Oración -

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1 février 2019

¿Porque orar y en qué consiste?

 

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UNELO - Un Niño En La Oración

(UEDLP en francés)

     ¿Porque orar y en qué consiste?

 “El Niño de Belén es una nueva llamada que nos es dirigida para hacer todo lo posible a fin de que se termine las pruebas de estos niños”, para hacer todo lo posible a fin de que la luz de Belén toque el corazón de los hombres […].  Sólo a través de la conversión de los corazones, sólo a través de un cambio en lo más íntimo del hombre, se puede superar la causa de todo este mal…"

Benedicto XVI – Misa de Noche Buena 2008

 

El 15 de febrero del año 2000, día de san Claudio La Colombière –santo protector de la acción, se creó, bajo el impulso de Mona LE CUNFF y del sacerdote Bruno DANIEL, “UNELO – Un niño en la Oración”(UEDLP en francés). El objetivo de esta obra es rezar por los niños maltratados y los adultos que maltratan, de todas las confesiones y de todos los países.

 En julio de 2009 recibió la Bendición Apostólica de Benedicto XVI.

El 15 de febrero de 2013,  Mgr Benoit-Gonnin , obispo de la Diócesis de Beauvais-Noyon-Senlis, firmó el decreto reconociendo los estatutos de UEDLP que se convierte así en “Asociación Privada de Fieles de Derecho Diocesano”.

Forma ya un grupo de más de 1800 orantes, entre los cuales varios obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas por toda Francia y en varios países (francófonos o no).

Se trata de oración y no de acción directa; se confía a cada orante solamente el nombre de un niño y el nombre de un adulto (sin ninguna relación entre ellos), nada más.

Ningún contacto, ninguna precisión (sobre la edad, el nivel de maltrato, el lugar donde vive…) se dan sobre las personas confiadas. Ninguna noticia tampoco sobre el devenir del niño o del adulto. Es ciertamente uno de los elementos más frustrantes puesto que no vemos la acción directa de nuestra oración. Se trata simplemente de unir nuestra oración a la de Cristo en comunión con los santos con la certeza de que Dios está en el corazón de cada una de nuestras vidas y de que su Divina Providencia actúa siempre, incluso a veces, de modo muy sorprendente para nuestros ojos.

Cada uno reza según su corazón y según su ritmo, en su casa. Cuatro veces al año, se manda un folletito como vínculo, y nada más.

Esta acción es también gratuita (para los orantes franceses: posibilidad de mandar una hoja de sellos al año para los correos, si se desea).

Es también un camino de conversión para cada orante que acepta unirse con UEDLP. Así como rezar por un niño maltratado está dentro de la lógica de una tierna oración, así comprometerse a rezar lentamente por un adulto maltratador, pide dejar que la Misericordia de Dios vista nuestro corazón. Lentamente, se trata de aceptar abrir los ojos sobre nosotros mismos, sobre nuestro amor de pobre, incapaz de amar a los malos, pero también incapaz de amarnos como Dios nos ama. De este modo permitimos a Dios  obrar en nuestra vida para que nuestro corazón se transforme en “una pequeña llama de Misericordia”, ya que nuestra oración saca sus fuerzas y su inspiración en la contemplación y la adoración del Sagrado Corazón de Nuestro Salvador.

Si desea unirse a esta pequeña obra de oración, puede:

  • bien completar el formulario aquí abajo y enviarlo a:

“UEDLP / UNELO – Un Niño En La Oración”

3 allée des coquelicots

60290 Neuilly sous Clermont – FRANCIA

  • O bien enviar un e-mail a:

uedlp@wanadoo.fr


UEDLP – Un Niño En La Oración”

INSCRIPCIÓN

Apellidos y nombre…………………………………………………………………….

Desearía rezar por un niño maltratado y un adulto maltratador

Dirección:…………………………………………………………………………………..

…………………………………………………………………………………………………..

…………………………………………………………………………………………………..

Código postal:…………………………..Ciudad:…………………………………….

País:………………………….

e-mail :………………………………………………………

 

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20 janvier 2019

Número 77 – Junio 2018

UNELO 77 traduccion-1

UNELO 77 traduccion-2

12 mai 2012

Un niño en la oración

Coeur du ChristOración de UNELO ( UEDLP )

 

Un niño en la oración

Señor,

Te confiamos a todos los niños

Traicionados - Jesús rechazado por Pedro

Humillados - Jesús en prisión

Golpeados  - Jesús azotado

Heridos - Jesús coronado de espinas

Dañados - Jesús bajo el peso de la cruz

Torturados - Jesús clavado en la cruz

Abandonados - “¿Padre porqué me has  abandonado?”

Violados -  Jesús atravesado con  la lanza

Asesinados - Jesús muerto en la cruz.

Señor,

Te confiamos a todos estos niños maltratados.

En cada uno ellos sufre tu Hijo,

En cada uno ellos sufre tu corazón de Padre.

Señor,

Te confiamos a todos estos pobres adultos.

En cada uno ellos se muestra tu Misericordia

En cada uno ellos se revela

La desmesura de la Redención.

Señor,

En todos y en cada uno nosotros

Se muestra tu Amor infinito,

Tu Amor de Padre.

Amén

Mona Le Cunff

11 mai 2012

Abril 2007 - Resiliencia y Resurrección

résurrectionResiliencia y Resurrección

Recién acabamos de celebrar la Resurrección de nuestro Divino Señor y quisiéramos hablar de la relación entre LA RESILIENCIA Y LA RESURRECCIÓN o ¿cómo cada humano en su vida tiene la experiencia de la muerte y la resurrección?

¿Cómo Gerardo, niño maltratado, va a encontrar la fuerza para construir una familia y ser un padre atento y amante? ¿Cómo las personas destrozadas por los campos de concentración, las dictaduras, las guerras … encuentran la fuerza para volver a empezar?

San Agustín decía también: “El poder de Cristo nos ha creado y su debilidad nos ha vuelto a crear”.

Así esta re-creación puede ser la resiliencia que es la capacidad de una persona para continuar viviendo, desarrollándose, teniendo proyectos en la vida a pesar de todos los traumas sufridos. Es “vivir con” el trauma, que forma parte de la vida.

Más que resistir, es aprender a vivir también con ese trauma. Una frase célebre que permite resumir la noción de resiliencia es de Nietzsche: “Lo que no mata  hace más fuerte.”

Todos los psicólogos y los que trabajan con niños y adolescentes son conscientes de que el niño tiene un potencial de resistencia, de desarrollo, aún en las situaciones más graves, que tiene recursos para encontrarle o volver a encontrarle sentido a su vida, siempre que le ayuden, le sostengan, le acompañen y si es posible en la duración. Por eso también continuamos rezando por los niños que nos han confiado aunque sean ya adultos. Nuestra ayuda discreta en el secreto de la Comunión de los Santos puede también ayudar a esos niños a avanzar por el camino de la sanación.

Así la resiliencia es la capacidad para movilizar las fuerzas reconociéndose débil y vulnerable. Lo que un niño ha vivido no se olvida, pero puede hacerlo positivo. A menudo para volverse a construir un niño busca a una persona en quien va a confiar y partir de ahí puede comenzar su trabajo de reparación.

A menudo también un criterio de resiliencia que ha salido bien es la apertura hacia los demás. Muchos de esos niños ya adultos, en un proyecto de vida renovada, se ponen  al servicio de los que sufren lo que ellos mismos han sufrido.

Esta capacidad para transformar las fuerzas de muerte que habitan en estos niños maltratados, por los que oramos humildemente, en fuerzas de vida es una realidad del Misterio de la resurrección de Cristo que ha sido sacado de la muerte.

 

A propósito de la resiliencia Stefan Vanistendael, en un artículo publicado en marzo 2006 en el sitio de www.croire.com, decía: “Cristo nos ha liberado de esa profunda alienación indicándonos otra vía: nuestra vida rota, nuestras heridas pueden transformarse en una vida nueva e inesperada. […] Creo, al menos si se acepta la idea de que la resurrección comienza ya sobre la tierra, que esa regeneración puede producirse aquí y ahora. Cristo ha demostrado que ese proceso seguirá más allá del tiempo y del espacio, más allá de nuestros límites naturales. Esto no justifica ni glorifica los sufrimientos humanos, pero puede aliviar la desesperación y abrir el futuro a la felicidad.”

 

Así Cristo ha tomado sobre sí todos los sufrimientos y en particular los de los niños maltratados, que ha muerto y resucitado nos muestra, por el Misterio Pascual, la fuerza de Vida fuente de Amor que Dios pone en cada uno de sus hijos, en cada uno de nosotros.

Nuestra humilde oración ha de ser portadora de esa Esperanza, esa que en la mañana de Pascua le hizo decir a Charles Péguy: “Dios mío, es como si todo fuera nuevo, como si todo empezara esta mañana”

 

Mona, abril 2007

10 mai 2012

enero 2005 - Toda vida es sagrada

Iimage blogToda vida es sagrada

Hace algunos meses, Francisca nos pedía que rezáramos por los embriones. Siguiendo esta petición, hemos acogido con mucho respeto la reacción de algunos orantes que nos decían su emoción o su dificultad para reconocer que los embriones son seres vivos.

Contestando a esos correos y después de un largo tiempo de reflexión y de oración, quisiera, humildemente, expresarme personalmente sobre este tema tan difícil como doloroso: hablar del embrión, del feto, del aborto … de la vida y de lo sagrado … de lo sagrado de toda vida.

Toda vida es sagrada pues es don de Dios. Desde la más pequeña partícula de átomo hasta la inmensidad del cosmos, así como cada parcela de nuestro ser, todo es obra de Dios desde el encuentro de un espermatozoide y de un óvulo, la obra de construcción de un ser comienza, la vida está en marcha, la vida es, …y lo sagrado es, pues Dios está presente en toda vida. Embrión, feto, bebé, niño, joven, adulto o anciano, cada estadio de esta vida, de nuestra vida, desde su comienzo y hasta su término, es obra de Dios (Salmo 138,13 – Jeremías 1,5 – Job 10,11…).

Algunos científicos afirman que la vida del pequeñito no comienza hasta  un cierto estadio. Que antes de ese estadio, no es más que una disposición de células que se organizan y se multiplican. Se anuncia también, pero sin certeza, que es e amasijo de células no tiene conciencia, no tiene sensaciones, no sufre. Así de esta demostración, la investigación científica utiliza los embriones humanos para sus investigaciones, nuestras sociedades determinan el número de semanas de gestación hasta las que, legalmente, una mujer puede abortar. ¡Y Dios, en todo esto! Profesamos cada domingo que el Padre todopoderoso es creador de toda cosa “antes de todos los siglos”, desde el comienzo “absoluto” afirmado en el Génesis (Gn 1,1) y retomado, entre otros, en el prólogo del evangelio de san Juan (Jn 1,14). 

¿Por qué nos negamos a creer que la primera célula fecundada en el vientre de la mujer sería la vida querida, deseada por Dios? ¿Por qué querer limitar esa omnipotencia de amor de Dios, que se dice en toda vida, a nuestra concepción humana estrecha y limitada?

¿En qué la afirmación de esta vida que se impone real y en Dios desde su principio, nos molesta? ¿No será que se juega aquí la necesidad irresistible  de expresar nuestra libertad de escoger, de decidir en función de nuestras propias certezas, de nuestra propia “verdad”, de nuestro propio deseo de permanecer “dueño” de nuestra vida?

Esta libertad que el Señor nos ha dejado desde la Creación, la proclamamos alto y fuerte en cuanto que las “leyes” de Dios parecen aprisionarnos en lo que percibimos como “obligaciones”. Sin aspirar a la Libertad real, queremos ser cada vez más libres: libre para pensar, para actuar, libre de tener o no hijos, libre de nuestra sexualidad. Esta libertad arrastra a algunos a rechazar cada vez más lejos los tabús, todos los tabús, como el de reivindicar la libertad sexual con hijos y cada vez más jóvenes. … y sé de vuestra oración por esos niños de los que han abusado.

En Francia, se practican más de 200 000 abortos por año, “cifra enorme e inquietante” según lo declaran los mismos médicos. (diario Zenit del 31.07.2004) Libertad del “derecho al aborto”…

Nosotros que pedimos por los niños maltratados, ¿no debemos interrogarnos sobre estos pequeños, los que están en vida desde su concepción, los de vida intrauterina, los más pobres, los más olvidados, los más maltratados porque negados desde su concepción?

¿No debemos reflexionar en nuestra oración por esos pequeños también?

¿No debemos interrogarnos igualmente sobre nuestra propia pobreza para trivializar la destrucción de esa vida que comienza, así como condenamos, paralelamente, a la mujer que aborta?

Las razones son múltiples para decidir abortar. No tenemos que juzgar a las mujeres que abortan libremente o bajo toda clase de presiones. Sea por puro egoísmo, por pobreza material, cálculo de carrera, edad precoz, abuso y violencia…, cada una tiene sus razones “personales” para tener ese gesto: ¡entonces hay tanto desamparo, tanta soledad, tantos miedos, tantas pérdidas de referencias, tanta falta de esperanza!

Tenemos que ayudarles, acompañarles, y rezar por todas esas mujeres que no saben cómo acoger esa vida, que son demasiado pobres o demasiado heridas para esperar para y por ese pequeño que lleva, y que al abortar, son víctimas de una nueva e inexorable herida que va a destrozar su vida.

Hay que acoger infinitamente la oración que el Señor, en el soplo del  Espíritu, pone en nuestro corazón por todos, niño en transformación y madre futura.

Orar por esas mujeres conocidas y desconocidas, en las que nace la cosa más sagrada que hay, y por esos pequeños a los que todo el mundo se apresura de tratar de olvidar.

Por fin, ¿no está en juego nuestra confianza en Dios?

Confiar como María que dejó que Dios la invadiera abandonándose totalmente a su voluntad, y acogió esa vida, ese don divino, nuestro Salvador. Orar para que esas mujeres confíen totalmente en Dios a pesar de las dudas, las angustias. “Atreverse a confiar” en este mundo en el que la confianza aparece, demasiado a menudo desde ahora, como una debilidad. Es una apuesta a la desmesura del Amor loco de Dios para cada uno de nosotros.

¡Atreverse a amar hasta ese punto!

Oremos para que la vida sea respetada desde el principio del todo, y hasta su término,

oremos por  esos pequeños olvidados y maltratados mucho antes de nacer,

oremos por sus madres demasiado pobres o demasiado heridas pero también por todas las madres que a imagen de María han acogido con total confianza ese don sagrado de Dios a pesar de todas las dificultades y de todas las angustias,

y demos gracias a nuestro Padre por ese Amor fuera de toda medida que arde por todos nosotros.

 

Mona – enero 2005

 

 

 

 

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